El objetivo es crear un sistema que pueda ser apoyado eternamente en términos de ambientalismo y responsabilidad social. La industria textil y de la moda es una de las que más contamina el planeta, lo que obliga a un cambio urgente.

 

El slow fashion es lo contrario de la moda rápida. La idea es generar conciencia sobre lo que consumimos, de dónde viene, cómo se produce y que sea perdurable en el tiempo: prendas de mejor calidad, trato justo de las personas, los animales y el planeta.

 

El término lo acuñó Kate Fletcher, del Centro para la Moda Sostenible, tomando como referencia al movimiento slow food. Ella vio la necesidad de un ritmo más lento en la industria de la moda. Se busca resaltar el valor y la importancia de la calidad, selección de materiales e insumos con los que se fabrican las prendas, siendo estos sustentables, perdurables y eco-friendly.

 

Las marcas de moda sostenible buscan la calidad en las prendas, atemporales (no siguen tendencias pasajeras). El resultado es una colección con pocas piezas, elaborada bajo el comercio justo y con una producción no masiva.

 

Cada paso de este negocio debe ser medido, porque es muy costoso, impacta desde las materias primas hasta el proceso de fabricación y su venta en los locales.

 

Si bien algunas marcas conocidas queman toneladas de prendas no vendidas al año, en la última década se han producido muchos cambios en la industria de la moda. Cada vez son más las marcas que eligen un enfoque más sostenible en la confección de prendas. Y una de estas es “pardo hats” de Sol Pardo, que nos contó su experiencia.

 

¿Qué ventajas tiene la moda sostenible?
“No existe una ventaja, es un deber. Los diseñadores son como médicos, si diseñas algo tiene que ser por un mundo mejor, ser consciente del espacio en el que habitamos, cómo cuidarlo, cómo vivirlo y cómo transitarlo. No soy participe de la palabra sostenible pero sí creo que trabajo con mucha responsabilidad”.

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¿Qué mensaje le darías a las personas sobre esto?
“Es importante que haya gente que trabaje por un mundo mejor. Es una gran responsabilidad la que tienen los diseñadores ya que somos los que diseñamos la ropa que utilizamos, el espacio que habitamos, las casas, los lugares, todo fue creado por el hombre y actualmente hay un diseñador de por medio, que cuanta más responsabilidad tenga sobre un mundo mejor, ahí es donde vamos a ir. De ahí es donde viene la idea de reutilización, de la recolección de cosas que ya no funcionan, la utilización de materiales nobles y de la no explotación de aquello que contamina o no construye”.

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¿Qué te inspiró para iniciar tu emprendimiento?
“Una sed por el hacer. Siempre me gustó hacer cosas. Hago sombreros porque se dio así, pero podría haber sido cualquier otro objeto o cosa. En un inicio estuve muy vinculada con el mundo del arte pero con el tiempo el desafío de la funcionalidad y de dar un mensaje me fueron conquistando poco a poco. Cuantos más años pasan, más consciente soy de mis posibilidades como diseñador y de lo que eso significa, y más entrenada estoy en este desarrollo de crear piezas nuevas que no existen o reversionar piezas que ya existían y traerlas al mundo, hacerlas nacer”.

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¿Qué consecuencias pueden surgir si no se toma conciencia sobre el impacto ambiental que genera la moda?

“En vez de la construcción, la ruina. Un diseñador tiene que construir, no arruinar. Transformamos, no deformamos. Cuando un diseñador dice “hice una transformación” a veces son deformaciones. Siempre hay que buscar el lado positivo para ir a un lugar mejor. Y eso puede ser desde la funcionalidad, desde la crítica, desde la reutilización, desde un montón de parámetros. Es importante tener consciencia porque es nuestra responsabilidad”.

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